Hace pocos días, fuera del ámbito profesional, escuche una expresión en una conversación de grupo que me sorprendió. Apareció casualmente el término “marketing digital” y uno de los tertulianos dijo “Ah, sí, aquello de las redes sociales y tal, ¿no?” Un comentario propio de alguien que no tenía ni idea. Mi primera impresión fue de estupor, pero comprendí que no todo el mundo comparte mi órbita mental y cada persona tiene el derecho a vivir su propio universo, sin dar la más mínima importancia a cuestiones que, para mí, son fundamentales para entender el mundo actual.
Con el ánimo de echar luz al asunto y ayudar al individuo a entender que es el marketing digital, intenté sintetizarlo en una sola frase “en modo tertulia”, pero me di cuenta que no resulta sencillo. Tampoco era un momento adecuado para sacar a relucir mis altas dotes de oratoria mediante un elaborado discurso profesional. Era complicado hablar de marketing de buscadores, de social ads o plataformas de envios masivos sin riesgo a quedar como el listillo de la clase.
La simple definición del marketing tampoco es fácil
A pesar que desagrade en el sector de la publicidad, el simple término “marketing” siempre ha conllevado cierta aura de artificio, con intenciones manipuladoras sobre lo real y lo falso. El concepto común en las múltiples definiciones existentes del marketing es “conseguir la satisfacción del cliente”, o sea, que todo vale si nuestro público comprador se siente satisfecho. En los cuarenta años de existencia del marketing sin Internet, el marketing utilizó unas herramientas que solo estaban al alcance de las empresas, pero con la aparición de Internet, hoy cualquier individuo puede aplicar todas esas técnicas para “venderse” y conseguir el éxito.
¿Qué si no persiguen los influencers con su audiencia? Satisfacer a sus “clientes” o seguidores. Si recurren a las técnicas del artificio y la imaginación propias del marketing es porque las tienen a mano y funcionan. Internet ha multiplicado las formas del marketing tradicional, ha creado nuevos canales, ha provocado el nacimiento de dispositivos inteligentes y ha elevado a la enésima potencia las posibilidades comunicativas y persuasivas de la publicidad. Unas posibilidades desarrolladas para las empresas, pero también utilizadas por individuos a nivel personal.
El marketing digital es satisfacer al cliente mediante Internet
Bajo la frase del titular anterior, quizás se podría resolver la papeleta de resumir el marketing digital en una frase dirigida a neófitos en la materia, pero me da la impresión que rebaja la real magnitud de esta actividad. A ojos de cualquiera, el marketing ha trascendido el concepto de cliente y lo ha llevado al concepto de la audiencia. Porque si bien es cierto que la finalidad siempre es vender, o sea, comerciar productos o servicios y hacer negocio, el gran reto del marketing moderno es cultivar una audiencia propia. Estamos en una gran lucha por atrapar a nuevos clientes, alcanzar nuevos seguidores en redes y proyectar nuestro mejor perfil personal, ya sea a través de Tinder, de Linkedin o TikTok.
En definitiva, cuando en un encuentro informal y no profesional me vuelva a encontrar en la situación de definir el marketing digital, creo que lo resumiré con un “es todo aquello que puedes ver a través del móvil y que tu también puedes hacer”. Y me quedaré tan ancho.
