Un nuevo anglicismo está alcanzando gran fuerza desde hace algunos años: el Cloudcomputing, que traducido literalmente, es “computación en la nube”. Significa que los recursos digitales o informáticos no están cautivos en nuestros ordenadores, sino que se utilizan mediante conexión a Internet.
Se pasa de la compra de un producto (software) al pago por alquiler de un servicio. Así de simple, pero así de arriesgado.
Miles de servicios online que se acercan
En el ámbito de la publicidad, han aparecido miles de servicios en Internet en forma de software, que nos ofrecen multitud de recursos de difusión publicitaria. Algunos, claramente son la traslación del negocio convencional al mundo digital. Un ejemplo muy conocido es Adwords, que nos ofrece a las agencias y a los anunciantes, utilizar un software on line, para difundir, medir, investigar y manejar a nuestro gusto, nuestras necesidades publicitarias. Podríamos definirlo como “navegar a motor”, pagamos circulando por la red, y dependemos del “combustible” que vamos comprando a Google, y que vamos consumiendo a nuestro ritmo.
Pero la gran panacea publicitaria es navegar a vela, o sea, por la fuerza del viento, GRATIS, sin necesidad de ir pagando combustible a la empresas que nos ofrecen sus software para conseguir la repercusión publicitaria de nuestras marcas. Una fuerza natural inagotable que nos puede conducir a los confines del mundo. ¿Y quiénes son estas empresas de tan alto grado de” altruismo desinteresado”?: Cientos, como Facebook, Twitter, Youtube, Blogger, WordPress, Flickr, Foursquare… La lista es interminable. Todas han desarrollado software en línea que nos permiten configurar a medida nuestras estrategias de comunicación.
Nada es gratis en Internet, ojo
Decimos panacea porque el tiempo nos dirá cuales de estos recursos, que hoy están abiertos, alcanzaran tales niveles de monopolio que nos serán imprescindibles para nuestros propósitos y acabarán abriendo la caja registradora. He aquí la gran controversia de ver el mundo sólo a través de Internet. Corremos el riesgo de estar cautivos hasta la ceja.
Por eso, en nuestro afán de difundir nuestros productos, deberemos saber cuándo debemos zarpar on-line y cuando debemos pasear por los lindos senderos de la publicidad off-line.